“Acá, un mini Mahler a los seis años, antes de ver cómo su padre golpeaba a su madre hasta dejarla inconsciente, antes de salir corriendo a los bosques de Jihlava y escuchar los latidos de la Tierra, y antes de conocer a Alma.
Posa todavía inocente, antes de convertirse al catolicismo; antes de prohibirle a Alma que fuera compositora; antes de escribir presagios horribles e involuntarios.
Antes de perder el trabajo más importante de su vida; antes de que María, una de sus hijas, muriera de difteria; antes de que Alma lo dejara de amar; antes de enfermarse y morir. Antes de que su música fuera prohibida por «moderna» y «degenerada».
En la foto parece temeroso, como escuchando la vida venir. Pero quizás es esa vida, es ese siglo caníbal y esa música que estira los límites del timbre, de la armonía, del tiempo y hasta del espacio, quizás es todo eso lo que tiñe a la foto de un color misterioso, un color que vive en el fondo de un bosque eslavo.”
Increíble texto de Fernando Form.