“Es casi imposible juzgar la edad de Mahler por su rostro. En un momento parece tan joven como el de un niño; al siguiente, está surcado y envejecido mucho más allá de sus años. Del mismo modo, toda su apariencia puede cambiar de un extremo a otro en unos pocos dĂas, incluso en unas pocas horas. A veces luce radiante, a veces tenso y demacrado. Todo esto depende de las transformaciones perpetuas y rápidas de su naturaleza espiritual y fĂsica. Cada transformaciĂłn lo posee por completo, de forma espontánea y con la máxima intensidad. “
– Natalie Bauer-Lechner